jueves, 26 de abril de 2012

Volando


Y como si se tratarse de un truco hecho por un mago, de repente, la niebla y las sombras desaparecieron y el mundo a su alrededor le regaló un amanecer primaveral, saturado de tonos verdes brillantes y amarillos intensos, que se mecían al son de una suave brisa veraniega que agitaba la hierba como si una mano gigante e invisible la acariciase suavemente. Y soñó que se convertía en vilano y que quedaba a merced de la brisa subiendo y bajando, acariciando la hierba en su viaje, volando casi libre en el azul infinito donde viven efímeras las nubes algodonosas como gigantes pacíficos y silenciosos, contemplativos, para al final del día caer suavemente en los brazos del árbol de flores blancas que corona la pequeña colina, desde el cual contemplar las estrellas titilar hasta que el tiempo deje de pasar y los sueños se conviertan en realidad.